No somos lo que nos
han hecho creer que somos, ni tampoco somos lo que nuestra mente nos dice que
somos. La realidad es que somos espíritu de lo divino y hemos tomado forma humana para gozar de la
experiencia de la creación, para gozar el estar vivas.
Pero hay
tanto que aprender en la forma humana que a veces nos perdemos y confundimos.
En el proceso de aprender y de sentir todas estas
sensaciones humanas quedamos atrapadas en olvidar nuestra verdadera
identidad, en olvidar de dónde venimos.
Hay diferentes caminos espirituales , disciplinas y prácticas (Dharmas) a través de los cuales aprendemos las lecciones esenciales mucho más rápidamente para poder así empezar a vivir la realidad de nuestra propia divinidad.
El Dharma como todos los sistemas orgánicos naturales de la Tierra , se expresa en más de una forma, en más de una cultura, en más de una dirección. Hay muchos diferentes caminos hacia el despertar, cual seguir es cuestión de lo que necesita tu alma.
Y
una vez aprendidas las lecciones esenciales hay que ponerlas en práctica.Hay que integrarlas a tu vida, a tu diario
sentir, pensar y actuar. Entonces las
lecciones dejan de ser sólo
conocimientos y se convierten en experiencia y tú empiezas a vivir lo que tu
verdadera identidad realmente es, inmediatamente. Los grandes maestros no pretendían que sus discípulos repitieran sus palabras, sino que imitaran sus actos.
Como mujeres, no solo debemos describir lo divino, debemos encarnar a la divinidad, traer el cielo a la tierra, y fluir en la fuerza creativa de la creación, que a cada instante está creando la vida dentro y fuera de nosotras.
Invoca
a tu espíritu para obtener fuerza y voluntad para mantenerte en el camino y no
perderte en todas tus sensaciones
humanas y pensamientos de lo que crees que eres.
Permite al flujo divino
sostenerte y guiarte, empodérate de tu ser mujer, de tu camino y de tu misión, y camina en este mundo con toda tu fuerza y tu gracia.
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